Las estrellas de masa baja o intermedia como nuestro Sol terminan sus vidas de manera relativamente poco violenta: en lugar de explosionar como supernovas, expulsan sus capas exteriores de polvo y gas, dejando como remanente una enana blanca envuelta por una nebulosa planetaria(que nada tiene de planeta en realidad). En varios de estos entornos de intensa radiación ultravioleta, teóricamente hostiles para los elementos implicados en la formación de la vida, ha sido hallada una molécula formadora de agua.
Dos estudios independientes, basados en las observaciones del telescopio espacial Herschel, han constatado la presencia de una molécula fundamental para la formación del agua en las proximidades de distintas nebulosas planetarias o estrellas moribundas. Se trata de la molécula OH+, formada por un átomo de oxígeno y uno de hidrógeno, y de carga positiva. Esta no solo parece subsistir sin problemas en dichas condiciones, sino que podría incluso depender de ellas para formarse.
Los elementos químicos esenciales, como el carbono, el nitrógeno y el oxígeno, no suelen estar presentes entre la rica variedad de moléculas de las capas de material expelidas, puesto que el potente campo de radiación destruye sus moléculas preexistentes y restringe la formación de nuevas.
Los autores de ambos trabajo sostienen, sin embargo, que la clave del hallazgo reside en la formación de nuevas moléculas de OH+, fruto de la interacción entre los densos grumos de polvo y gas, y la radiación ultravioleta y de rayos X emitida por la ardiente enana blanca.
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