jueves, 3 de julio de 2014

¿El maquillaje nos hace parecer más guapas?


Todo apunta a que no, al menos no en la medida en que solemos usarlo. De igual modo que un estudio científico desmontó la creencia popular de que sonreír nos hace parecer más guapos, una reciente investigación afirma que tampoco es certera la creencia de que el maquillaje nos embellece a ojos de los demás. Los resultados de la misma revelaron que las mujeres se aplican una cantidad excesiva de cosméticos que no se corresponde con sus preferencias individuales ni tampoco con las del promedio de hombres y mujeres, movidas por un falso ideal de belleza.

El equipo de científicos de la Universidad de Bangor, en Reino Unido, se propuso investigar sobre si realmente el maquillaje vuelve a las mujeres más hermosas ante la mirada de quienes las observan, o si su potencial embellecedor ha sido exacerbado, tal y como se venía intuyendo. Para ello, los investigadores fotografiaron a varias voluntarias antes, durante y después de maquillarse para salir por la noche, y mostraron las distintas imágenes a un grupo de observadores compuesto tanto por hombres como por mujeres. Se les pidió que escogieran de entre las tres imágenes de cada una de las féminas, la que les parecía más atractiva y la que creían que lo sería para el resto. Ambos sexos coincidieron en que las mujeres resultaban más hermosas con un 40 por ciento menos del maquillaje que el que lucían finalmente.


Los resultados revelaron también que, aunque los observadores preferían a título personal los rostros con un maquillaje más natural, estaban convencidos de que el resto del grupo se decantaría por los más maquillados. El hallazgo pone de manifiesto que impera una falsa percepción sobre el canon de belleza y sobre lo que el sexo opuesto (y el propio sexo) encuentra atractivo, que llevaría a las mujeres, especialmente a las modelos, a pensar erróneamente que deben maquillarse de forma excesiva para agradar, cuando en realidad consiguen con ello el efecto contrario.

Los cosméticos ayudan a disimular rápida y eficazmente (más que la dieta y el ejercicio) las imperfecciones de la piel asociadas a una peor salud, como la palidez, la amarillez o la asimetría facial, que al actuar como indicadores de calidad genética, merman nuestro atractivo. Sin embargo, en vista de los resultados de la investigación, esta mejora aparente sólo se lograría empleándolo en su justa medida. Si queremos parecer aún más guapas, podemos optar por otros métodos para alterar la percepción de la belleza, tales como aplicarnos un olor placentero o vestir de rojo.

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